Antes de recomendar un tipo de actividad física, habrá que tener en cuenta una serie de consideraciones:

  • Actividad física previa a la enfermedad: Hay que conocer si realizaba antes de tener la enfermedad algún tipo de actividad física. En el caso de que no practicara ninguno, preguntar los motivos (por falta de tiempo, de ganas, persona sedentaria…), ya que estos datos nos servirán a la hora de motivarle para que se inicie en una determinada práctica física. Si ya practicaba alguna actividad, habrá que estudiar si es posible retomarla o si tendría que hacer alguna adaptación para que pueda continuarlo. Pondremos varios ejemplos para que se entienda mejor:
    • Una persona que hacía senderismo en la montaña y el último brote le ha afectado al equilibrio. Podríamos recomendarle que empezara con marcha nórdica, ya que el uso de los bastones, le permitirán controlar los desequilibrios.

    • Una persona que paseaba todos los días 40 minutos y el último brote le ha afectado a la pierna izquierda, presentando debilidad muscular y espasticidad, que le impide caminar con normalidad. Habrá que recomendarle que, durante un tiempo intente no forzar para caminar para no fomentar el patrón patológico de macha y paralelamente ofrecerle que realice fisioterapia y ejercicios en el agua, que faciliten una marcha normal.
  • Preferencias físicas de la PcEM: Hay que conocer qué le gustaría hacer pues, mientras unos pueden preferir los deportes o ejercicio en grupo, otros pueden preferir la actividad física individual. No debemos recomendar nada sin antes conocer sus gustos, ya que la mejor actividad física es aquella que se realiza. La persona debe disfrutar con ella y de no ser así, existe un grave riesgo de que la abandone. Si caemos en el error de elegir una actividad concreta sin contar con ellos, podemos equivocarnos y conseguir el efecto contrario, es decir, que se aleje de la actividad física. Por ejemplo, una chica que necesita canalizar su energía, si le recomendamos yoga, puede que se aburra y termine dejándolo, mientras que si le gusta bailar, esa actividad la realizará motivada.

  • Tiempo dedicado a la actividad física: Es importante transmitirles que aunque no dispongan de mucho tiempo libre entre el trabajo y su vida cotidiana, basta con encontrar una hora a la semana para poder practicar algún tipo de ejercicio, incluso podrían hacerlo en su propia casa. Siempre será mejor poco ejercicio que nada.
  • Qué tipos de actividad física: Hay que hacer hincapié en que todo tipo de actividad física es útil, pero es necesario elegirla teniendo en cuenta que cada persona es diferente y cada EM es diferente; así como que es imprescindible individualizar al máximo cada actividad.
    • Practicar un deporte
    • Realizar un programa de ejercicio físico personalizado en un gimnasio
    • Bicicleta estática, salir con la bici por la ciudad o la montaña
    • Correr, pasear, caminar para ir al trabajo
    • Hacer pilates, yoga, natación, ejercicios en el agua
    • Bailar
    • Practicar en casa los ejercicios recomendados en fisioterapia o terapia ocupacional
    • Doblar la ropa de casa, vestirse solos (para todas aquellas personas con secuelas físicas más importantes)
  • Actividad física a evitar: Tendremos que desaconsejar prácticas físicas de riesgo, por considerarse lesivas, para aquellas personas que no estén capacitadas para realizarlas debido a sus secuelas, ofreciéndoles otras que estén indicadas para su situación funcional o, en caso de que sea posible, ayudando a adaptar la actividad elegida por el usuario a sus capacidades individuales.
  • Hay que hacer un programa individualizado basado en las capacidades, necesidades, circunstancias e intereses de la persona.
  • En caso de optar por realizar algún tipo de ejercicio físico o actividad física programada, se debe contar con profesionales especializados en EM para que puedan ajustar, en todo momento, el programa de ejercicio a su situación física, progresión de la enfermedad o brote, cambio de medicación… Es, por tanto, necesaria la comunicación de las PcEM con los profesionales de las organizaciones de pacientes para que puedan ayudarles con dichas adaptaciones o modificaciones.

Como conclusión podemos decir que para cada PcEM siempre existen opciones a la hora de plantearse realizar alguna forma de actividad física, siempre de forma individualizada, que puede prevenir y mejorar su sintomatología. Los profesionales de las organizaciones de pacientes debemos ayudarles a encontrarlo y motivarles para que lo realicen, adaptándolo en caso necesario.

Bibliografía consultada:

  • Vida saludable. MS in Focus. 2005
  • Actividad física y EM. Conclusiones de la encuesta. Sandra Fernández Villota. EME. 2013
  • MS Get Fit Toolkit. A resource to help adults living with multiple sclerosis (MS) meet the Canadian physical activity guidelines. MS Society of Canada, 2013
  • Physical Activity for People with Multiple Sclerosis. An Introduction to MS for Health and Wellness Professionals. National MS Society. Summers, Kristin. 2009
  • Physical Exercise and MS – Recommendations. U. Dalgas, T. Ingemann-Hansen, E. Stenager. The International MS Journal. 2009
  • Understanding MS and Exercise. A fitness and Lifestyle Providers Guide. Keith Johnston, Lea Carlyle and Scott Rattray, 2008

Irene Bartolomé Gómez. Fisioterapeuta