Continuamos con la entrevista a Gómez i Illán, Doctor en Ciencias de la Actividad Física y Deporte, donde nos sigue aclarando aspectos sobre la actividad física y la esclerosis múltiple. Si no leíste la primera parte, te animamos a que lo hagas en este enlace.

  1. ¿Se ha investigado si existen diferencias en la evolución de la EM en personas que realizaban actividad física regular antes del diagnóstico con respecto a las personas que llevaban una vida sedentaria?

Se han realizado estudios que desgraciadamente no son los suficientemente largos en el tiempo como quisiéramos, pero la tendencia de las publicaciones con entrenamientos de hasta 18 meses de duración indica que aquellas personas que se involucran en un programa de ejercicio tienen mejor evolución clínica que los que no lo hacen, cosa que parece lógica ya que se reducen problemas asociados al sedentarismo como la hipertensión, hipercolesterolemia y diabetes por poner algún ejemplo. Además, un mejor estado físico mejora conceptos clave para la calidad de vida de los pacientes como la estabilidad, la calidad de la marcha, la salud cardiovascular, la capacidad de producción de fuerza, reducción del número de caídas, etc.

  1. A personas que nunca han practicado ejercicio físico puede ser complicado “prescribir” actividad física tras el diagnostico de EM y que lo incluya en su rutina diaria, ¿qué tipo de ejercicios favorecen la creación de hábitos para evitar el abandono de la actividad física?

Quizás la adherencia a los tratamientos que deben ser relativamente amplios en el tiempo sea lo más complicado. Además, dependiendo de la situación personal (tiempo disponible, nivel de discapacidad, situación socio-económica, etc.) influye sobremanera en el cumplimiento de la planificación y por tanto en la consecución de los objetivos.

Se debe enfocar el tratamiento desde dos puntos de vista diferentes pero al mismo tiempo complementarios: el lúdico y el de mejora de nuestra calidad de vida. El paciente y su familia deben entender que el programa de ejercicios está diseñado para facilitar el desempeño de las actividades de la vida diaria, incluyendo el rendimiento durante la jornada laboral, lo cual no quita que deba ser lo más divertido posible, para lo cual suele funcionar el realizar las actividades grupos de trabajo lo más homogéneos posible.

  1. Parece que los ejercicios de fuerza en personas con EM están generando especial interés en el ámbito de la investigación. ¿Son más recomendables los ejercicios de fuerza que los aeróbicos en personas con EM?

Lo más recomendable es que si los pacientes son capaces practiquen tanto ejercicios aeróbicos como de fuerza, situación que se da generalmente en personas recién diagnosticadas con edades comprendidas entre los 20 y los 30 años. En los primeros estadios de la patología la mayoría de ellos son perfectamente capaces de desempeñar actividades de resistencia aeróbica e incluso anaeróbica, como programas de fuerza complementarios.

No obstante, es cierto que conforme avanza la patología y en muchos casos el grado de discapacidad, determinadas actividades aeróbicas son de más difícil realización, más aún si se padece el fenómeno de Ulthoff, en el que debido al aumento de la temperatura corporal el paciente experimenta la exacerbación de un síntoma similar a la aparición de un brote, pero que desaparece en pocas horas una vez se recupera la temperatura corporal. En estos últimos casos, que engloban a gran parte de las personas que tratamos, el ejercicio de fuerza presenta beneficios bastante interesantes: existe evidencia científica de que el entrenamiento de fuerza mejora la conducción neural, la señal eferente de las neuronas, mejora el equilibrio, la movilidad y la fatiga.

Si pensamos en pacientes con movilidad reducida, dificultad para la marcha y falta de estabilidad, la propia configuración del entrenamiento de fuerza, generalmente en una sala con la temperatura controlada, ejercicios estructurados en series con descansos pautados que permiten recuperarse del esfuerzo y evitan subir la temperatura corporal en exceso, intercalado con ejercicios funcionales de marcha y/o equilibrio según las necesidades, ofrece por un lado mayor seguridad al paciente que redundará en una mayor adherencia, y por otro unos relación coste/beneficio bastante positiva.

No obstante, es importante recalcar que el ejercicio de resistencia aeróbica, se ha de adaptar y practicar también dada la importancia de la capacidad cardiorrespiratoria para con el paciente.

  1. Durante la entrevista, usted nos ha hablado sobre los problemas de termorregulación, conocidos como fenómeno de Uthoff, que suelen tener las personas con EM. ¿Qué tipo de medidas han de tener en consideración a la hora de realizar ejercicio físico?

Sin duda el fenómeno de Uthoff que presentan muchos de los pacientes de EM es un factor importante a tener en cuenta a la hora de prescribir el entrenamiento. Mi recomendación es por un lado intentar realizar los ejercicios a las horas menos calurosas del día, y si es posible, en un espacio termorregulado, como por ejemplo en una sala con climatización en la que se pueda controlar la temperatura ambiente. Por otro lado es importante hidratarse continuamente, así como utilizar prendas deportivas que favorezcan la evaporación rápida del sudor. También en determinados casos una ducha o baño con agua fría previo a la actividad ayuda a bajar la temperatura corporal lo suficiente para afrontar la sesión de entrenamiento, así como disponer de bolsas de gel congeladas previamente para aplicar en las zonas musculares recién trabajadas.

  1. El estrés oxidativo podría ser uno de los factores desencadenantes del desarrollo de las enfermedades neurodegenerativas. ¿Los radicales libres que se generan con el ejercicio físico son significativos para pensar en el estrés oxidativo? ¿El exceso de ejercicio podría ser el gatillo desencadenante para desarrollar EM o para que influya en su evolución?

Es cierto que el ejercicio físico se ha propuesto como una causa de daño a nivel de la membrana del miocito, lo que conduce a una exacerbada respuesta inflamatoria, y por consiguiente al padecimiento de excesivo dolor y fatiga muscular posterior al mismo. También es cierto que científicamente hay discrepancia, ya que asimismo hay evidencia reciente de que la presencia de estrés oxidativo provocado por el ejercicio ejercería un papel relevante en la efectividad de la contracción muscular favoreciendo la remodelación de tejidos, mejorando los mecanismos de defensa antioxidante y un descenso en la activación de las vías inflamatorias, con lo que se podría considerar al ejercicio como un factor que incrementaría la resistencia de nuestro organismo a la toxicidad de los radicales libres.

Si unimos los resultados de estas investigaciones a los meta-análisis y revisiones sobre ejercicio y EM de los últimos años podemos afirmar con tranquilidad que la práctica de ejercicio físico es segura.

  1. Vemos que cada vez hay más centros en los que se combina la electroestimulación con el ejercicio. ¿Hay algún estudio que nos diga si este tipo de ejercicio está indicado o contraindicado en esta patología? ¿Cuál es el mensaje que usted lanza a las personas con EM que le preguntan por este tipo de entrenamientos?

La electroestimulación es una técnica que se emplea en la rehabilitación desde hace décadas y son varios los estudios en los que se ha comprobado sus efectos positivos, por sí misma o como complemento a una contracción voluntaria, pero no de la forma en la que se publicita en la actualidad. Sobre todo se ha utilizado en casos de pie equino y de pacientes que ya no son capaces de activar la musculatura voluntariamente con el fin de evitar la atrofia muscular.

Otro caso muy distinto es la utilización de los chalecos o trajes de electroestimulación que se pusieron de moda especialmente hace algo más de un año, y en los que de momento no existe evidencia científica de que su uso sea beneficioso en personas con EM, ya que además incluso para deportistas entrenados está en entredicho. Además, hay que señalar que las propias marcas de fabricantes de este tipo de chalecos desaconsejan su uso en pacientes de patologías metabólicas o neurológicas.

  1. ¿Se encuentra usted aun con pacientes o neurólogos que muestren resistencias o que sigan pensando que está contraindicada la actividad física en personas con EM?

Aunque afortunadamente cada vez son menos, todavía hay neurólogos que desaconsejan la práctica de ejercicio en personas con EM en la mayoría de casos y siempre bajo mi punto de vista, debido al temor a un aumento de la fatiga y por otro quizás a una excesiva sobreprotección.

Diversas publicaciones científicas entre las que destacamos la de Piltuti y col. (2014) muestran que la práctica de ejercicio es segura y no producen ni deterioro ni provoca brotes en los pacientes. En cuento a la fatiga, el mismo grupo de Piluti y co. (2013) o la revisión de Heine y col. (2015) muestran como el ejercicio no sólo no empeora la fatiga, sino que la reduce.

No obstante, hemos de tener en cuenta que hasta hace no muchos años la principal herramienta contra la fatiga era precisamente aplicar técnicas de conservación de la energía, y por tanto es entendible que aún cueste trabajo convencer tanto a algunos neurólogos como a personas recién diagnosticadas de que lo contrario a conservar energía, es decir, practicar ejercicio y por tanto gastar más, es una buena forma de vencer la fatiga.

También es entendible el caso de las personas que acaban de recibir la confirmación del diagnóstico, momento de gran incertidumbre en el que se recibe mucha información en muy poco tiempo, y muchas veces información de fuentes nada recomendables, sobre todo de algunas páginas de internet. Por eso, una de nuestras principales tareas, las de todos los profesionales que nos dedicamos a la rehabilitación y readaptación debe ser ofrecer siempre información veraz basada en evidencia científica, mostrando datos y no meras opiniones.

  1. Debido a que las asociaciones de pacientes no suelen contar con profesionales de la actividad física, ¿dónde puede recurrir la persona con EM para contar con el asesoramiento de un profesional de la actividad física? ¿Qué criterios se deberían tener en cuenta en la búsqueda de este profesional?

Desgraciadamente, ni la sanidad pública, ni en la mayoría de casos los servicios de rehabilitación prestados normalmente por las asociaciones de pacientes, cuentan con personal cualificado para la prescripción de ejercicio. Actualmente el único plan de estudios que ofrece los conocimientos necesarios sobre anatomía, fisiología, biomecánica o entrenamiento deportivo para poblaciones especiales es el de las Ciencias de Actividad Física y el Deporte (CAFD), y por tanto, lo sensato sería recurrir a un Licenciado/Graduado en CAFD. Cada vez más los centros deportivos privados cuentan con este tipo de personal pues tanto los deportistas de rendimiento, como aquellos que lo que buscan es mejorar su salud general o mejorar algún síntoma asociado a una patología (diabetes, osteoporosis, hipertensión, hipercolesterolemia, cáncer, etc.) demandan de este tipo de profesionales.

En los últimos años algunas asociaciones de pacientes interesadas, como no podía ser de otra forma, en la mejora de la calidad de vida de sus integrantes están contratando a personal cualificado para ofrecer este servicio. Además, la legislación de las comunidades autónomas avanza en cuanto a la regularización de competencias dentro del mundo del deporte y en un futuro espero no muy lejano los Licenciados/Graduados en CAFD formarán parte de los equipos de rehabilitación de la sanidad pública.

  1. ¿Qué le parece que desde las Organizaciones de personas con EM se promocione la Actividad Física, con iniciativas como la ‘Plataforma para la Promoción de la Actividad física en EM”?

Me parece una apuesta inteligente y valiente, pero al mismo tiempo una señal inequívoca de que el sistema de salud no llega a donde debiera. Dado que el sistema público de salud no ofrece los servicios necesarios en cuanto a rehabilitación, las organizaciones de personas con EM han tomado una decisión que sin duda va a repercutir primero en una mejora de la calidad de vida de los pacientes, pero además en una reducción del gasto sanitario. En este sentido es de reconocer que las organizaciones de pacientes están haciendo más por el sistema público de salud que el propio sistema.