Hasta hace poco se pensaba que el ejercicio físico estaba contraindicado para las personas con EM (PcEM). Ha existido mucha controversia sobre este tema, pero afortunadamente esto ha cambiado en los últimos años. Numerosos estudios avalan que la actividad física es igual de beneficiosa para las personas con EM que para las personas que no tienen la enfermedad y, por lo tanto, debe formar parte de las recomendaciones de hábitos saludables. Concretamente:

  • Contribuye a evitar los problemas derivados de la inactividad, así como los riesgos de padecer las comorbilidades derivadas
  • Puede contribuir a afrontar y paliar algunos síntomas de la EM

Por todo esto, parece razonable que desde las organizaciones de pacientes con EM se recomiende y se fomente la realización de actividad física desde el comienzo de la enfermedad.

En este sentido, existen numerosas formas de actividad física, ejercicio físico y deporte. Es importante recordar que cada persona es diferente, y que además la Esclerosis Múltiple afecta de forma distinta a cada individuo. Por esto, es imprescindible personalizar cada caso:

  • Es fundamental conocer la actividad física previa a la enfermedad, sus preferencias y gustos, objetivos, inquietudes o dudas sobre la realización de ejercicio, así como, saber en qué estado físico se encuentra, grado de afectación y sintomatología actual para poder orientarle hacia un determinado deporte o práctica física.
  • Independientemente de las recomendaciones que se le puedan dar al afectado sobre la realización de ejercicio físico, hay que instarle a llevar una vida activa: salir a dar paseos, ir al parque con sus hijos, bailar con su pareja… e incorporar la actividad en general en su vida cotidiana.

¿Qué pueden hacer los profesionales desde los centros de rehabilitación?

  • Deben ofrecer pautas básicas en hábitos saludables de cara a la prevención; tanto a las personas recién diagnosticadas sin sintomatología, como a aquellas personas que llevan más tiempo con la enfermedad y tienen mayor afectación y secuelas. Lo ideal sería establecer recomendaciones sobre la realización de actividad física individualizadas y orientadas para cada caso, centradas en la prevención del desacondicionamiento físico que en muchas ocasiones acusan las personas afectadas por enfermedades crónicas, debido a la disminución drástica de su actividad normal. Además, también podrían orientarse a la mejora de la fuerza, resistencia muscular o estabilidad, lo que conduciría, a su vez, a una mejora funcional en la realización de sus actividades de la vida diaria.
  • Es fundamental la implicación de la familia del afectado, para que puedan apoyarle y animarle a mantener una actividad física e incluso involucrarse y ejercitarse con él, en su caso.
  • Es clave el trabajo interdisciplinar de todos los profesionales del centro para introducir la actividad física en la PcEM. Los fisioterapeutas conocen el estado físico, la capacidad funcional y limitaciones físicas del afectado, pudiendo así orientar hacia determinados ejercicios o prácticas deportivas. Puede ser conveniente el trabajo del psicólogo para motivarle a iniciarse en dicha actividad física, apoyarle para que tenga confianza en sí mismo y orientarle en la consecución de objetivos realistas y alcanzables. El trabajador social también será necesario a la hora de poder recomendar lugares donde poder realizar una práctica deportiva. Los responsables de ocio y tiempo libre también podrán asesorarles sobre actividades llevadas en el propio centro o recomendarles otras que incluso puedan hacer en su entorno. Por ello, es necesario que los profesionales cuenten con conocimientos suficientes para poder recomendar actividad física adecuada a cada persona, pudiendo adquirirlos con esta plataforma y/o con formación complementaria.
  • También es necesario trabajar en equipo con los profesionales de la salud: neurólogos, enfermeras… ya que la mayoría de las veces, las PcEM recién diagnosticadas no suelen llegar a las organizaciones de pacientes, y les preguntarán a ellos sobre este tema. Hemos de hacer lo que esté en nuestra mano para que se involucren, haciéndoles conscientes de los beneficios de la actividad física para las PcEM.
  • En algunos casos, puede resultar interesante poner en contacto a personas que quieran iniciarse en alguna actividad deportiva, con personas que ya lleven algún tiempo realizándolo, para que les comenten los efectos de esta actividad en su día a día y se animen a realizar ejercicio moderado.

Cuando hablamos de promover la realización de actividad física desde los centros de rehabilitación, no estamos diciendo que pretendamos que esta actividad se lleve a cabo en las instalaciones del centro. Resultaría muy difícil o imposible atender a todas las personas, ya que en su diversidad – sus características físicas y personales- y con sus distintos grados de afectación, requeriríamos de un espacio inmenso, y de un número elevado de profesionales especializados para guiar a cada persona en su actividad o programa de ejercicio. Lo que sí podemos hacer es mirar a nuestro alrededor, y tener en mente todas las posibilidades y recursos externos que pueden servir de ayuda a las personas con EM. Algunos de los espacios podrían ser:

  • En su propio domicilio, realizando cualquier actividad cotidiana, ejercicios en casa de fortalecimiento, equilibrio o estiramientos, caminar hasta el trabajo o utilizar medios de transporte en lugar del coche para los desplazamientos, sacar a pasear a su perro, hacer labores de jardinería…
  • Desde las organizaciones de pacientes se suelen ofrecer actividades asociadas a la actividad física como yoga, pilates, baile, ejercicios en el agua, marcha nórdica, arteterapia o tai chi, entre otras.
  • Podemos aprovechar los recursos que existen en cada comunidad cercanos al domicilio o lugar de trabajo de la persona afectada, así como al centro de EM: polideportivos, piscinas, gimnasios, etc. Además, se pueden establecer acuerdos de colaboración con dichos recursos y asesorar a sus profesionales sobre la enfermedad y necesidades de las PcEM, para que puedan realizar su actividad física en esos lugares con una mayor seguridad.

Como conclusión: la actividad física adaptada a las necesidades de cada persona con EM, resulta beneficiosa siempre. Desde las organizaciones de pacientes nuestro rol es el de asesorarles para que mantengan una vida activa, contando para ello con el trabajo en equipo de todos los profesionales y su familia.

Bibliografía consultada:

  • Vida saludable. MS in Focus. 2005
  • Actividad física y EM. Conclusiones de la encuesta. Sandra Fernández Villota. EME. 2013
  • Encuentro interdisciplinar online sobre promoción de la Actividad Física en Esclerosis Múltiple. 6 de febrero de 2015
  • Documentación Esclerosis Múltiple España
  • MS Get Fit Toolkit. A resource to help adults living with multiple sclerosis (MS) meet the Canadian physical activity guidelines. MS Society of Canada, 2013.
  • Physical Activity for People with Multiple Sclerosis. An Introduction to MS for Health and Wellness Professionals. National MS Society. Summers, Kristin. 2009
  • Physical Exercise and MS – Recommendations. U. Dalgas, T. Ingemann-Hansen, E. Stenager. The International MS Journal. 2009
  • Understanding MS and Exercise. A fitness and Lifestyle Providers Guide. Keith Johnston, Lea Carlyle and Scott Rattray, 2008

Irene Bartolomé Gómez. Fisioterapeuta