Los aspectos psicológicos juegan un papel fundamental tanto en la promoción como en la adherencia de las personas con Esclerosis Múltiple a la actividad física.

Promover la práctica de la actividad física en las Asociaciones de pacientes y en los Centros de Rehabilitación es sin duda un trabajo en equipo. En ocasiones, será posible o necesaria la intervención de un psicólogo en los primeros pasos de una persona con Esclerosis Múltiple hacia la vida activa, pero en otras y por diferentes motivos (como la falta de recursos), la intervención y la promoción deberán llevarla a cabo otros profesionales. En cualquiera de estos escenarios, es fundamental que cualquier profesional del equipo de rehabilitación tenga presente una serie de recomendaciones generales desde el punto de vista psicológico a la hora de fomentar la práctica de una vida activa. El seguimiento y puesta en práctica de estas recomendaciones por parte de todos los profesionales sanitarios permitirá un abordaje más integral en este ámbito:

  • Personalización: Es importante que la actividad física seleccionada resulte gratificante para la persona con EM, se adapte a sus gustos personales y sea fácilmente integrable en sus hábitos. Para lograrlo, es necesario preguntar y hacer partícipe a la persona de la decisión. También es posible que deba probar distintos tipos de actividad hasta encontrar la más adecuada. Todo ello facilitará la adherencia a largo plazo a la actividad física.
  • Componente social: En general, la práctica de la actividad física puede aportar grandes beneficios en este campo, pero es necesario valorar este componente individualmente en cada persona. Valoraremos si prefiere realizar la actividad física solo o acompañado, y ante la segunda opción exploraremos el apoyo social disponible (amigos, pareja, familiares, otras personas con EM, etc.). En caso de que no disponga de apoyo en su círculo social, le ayudaremos a localizar nuevos recursos sociales (por ejemplo: actividades disponibles en su ciudad, gimnasios locales, entrenador deportivo, etc.). A este respecto, es importante tener en cuenta que hay personas con EM que preferirán no realizar actividad física en la propia asociación o centro de rehabilitación, por evitar coincidir con otras personas en peores condiciones físicas o con un estado de la enfermedad más avanzado, y será necesario respetar también esta decisión, sugiriendo otras alternativas.
  • Evitar la frustración: Es posible que su destreza en la práctica de una actividad física que realizaba habitualmente no sea la misma después del diagnóstico o tras un brote o que sus expectativas no sean realistas ante la práctica de una nueva actividad. Por ello será necesario ajustar las expectativas del paciente para evitar la frustración ante un resultado negativo, adelantando los posibles inconvenientes que se vaya a encontrar y trabajando conjuntamente en la búsqueda de alternativas ante dichas dificultades.
  • Miedos y preocupaciones relacionados con la actividad física: Pueden ser muy frecuentes y la estrategia más sencilla y eficaz para resolverlas es que la persona cuente con una adecuada información. Es recomendable que consulte con el neurólogo. Puede ser útil ayudar a la persona con EM a elaborar una lista de preguntas antes de acudir a su cita con el neurólogo. También pueden asesorarle en las Fundaciones o Asociaciones de pacientes (fisioterapeuta, enfermera, psicólogo,…). En caso de que dichas preocupaciones persistan y no se asocien a una información inadecuada, puede ser interesante derivar al psicólogo para que pueda valorarlas.
  • Establecimiento de objetivos: Buscaremos que sean específicos, alcanzables y realistas; que sean definidos por la persona que va a realizar la actividad física con el apoyo del profesional y que entienda el porqué de los mismos.
  • La motivación: Es un aspecto clave para asegurar la adherencia a la práctica de la actividad física. Además de realizar una actividad que le resulte agradable y le aporte alguna satisfacción, trataremos de tener en cuenta las recomendaciones anteriormente mencionadas en relación al establecimiento de objetivos y resaltaremos los beneficios a corto y largo plazo que puede obtener con la práctica de la actividad física. El profesional sanitario debe proveer un refuerzo positivo a la persona con EM según vaya cumpliendo objetivos, animándole a su vez a que reconozca y premie sus propios progresos.
  • Anotar los progresos: Será útil que la persona con EM lleve un registro diario (por ej.: actividad física que está realizando, frecuencia, duración, dificultades que se ha encontrado, etc.). Le ayudará a observar su propia conducta sirviéndole como refuerzo y aumentando su auto-confianza y a los profesionales sanitarios le facilitará información muy útil. Debe explicarse claramente cómo rellenar el registro y cuál es su objetivo.
  • Flexibilidad: La persona con EM debe ser realista en sus planteamientos y flexible ante posibles variaciones en su estado físico. Es importante no fomentar una elevada auto-exigencia en la persona y guiarle en la adaptación de la actividad física en función de su estado diario. Cada día puede ser diferente en la vida de una persona con EM, por eso, aunque es muy útil partir de una planificación, ésta debe contemplar estas variaciones y tener en cuenta los síntomas y signos que puede mostrar la persona con EM.

Todas estas recomendaciones pueden emplearse en la práctica clínica diaria a la hora de fomentar la actividad física en las personas con EM. Como se ha mencionado, la individualización y personalización de las pautas a seguir es un aspecto fundamental a la hora de promover la actividad física en este colectivo.

Cristina Soria Poveda. Psicóloga