El sedentarismo, cada vez más frecuente en nuestra sociedad, perjudica nuestro estado de salud como lo hace el tabaco, el consumo de alcohol o la mala alimentación, pudiendo provocar gran cantidad de enfermedades: cardiovasculares, diabetes tipo 2, obesidad, hipertensión, osteoporosis, ansiedad y depresión entre otros.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la prevalencia del sedentarismo en Europa es muy alta, y España es uno de los 4 países más sedentarios de Europa, alcanzándose cifras superiores al 60% de la población adulta. La OMS estima que es la cuarta causa de mortalidad en el mundo, e influye de una manera importante en la carga mundial de morbilidad.En consecuencia, las enfermedades no transmisibles asociadas a la inactividad física constituyen un importante problema de salud pública.

A estos datos hay que añadir que las personas con EM suelen ser más sedentarias que otras personas con otras patologías crónicas2, debido en parte a la sintomatología asociada a la propia patología. Por este motivo, combatir los efectos nocivos que causa la inactividad debe ser prioritario en pacientes con EM.

Entre las patologías que pueden ir asociadas al sedentarismo, cabe destacar:

  • Enfermedades cardiovasculares: Las enfermedades cardiovasculares, muy relacionadas con el sobrepeso y la inactividad física, son la principal causa de enfermedad y muerte en los países desarrollados, provocando alrededor del 50% de los fallecimientos en forma de trastornos coronarios o de accidentes vasculares cerebrales. Las enfermedades cardiovasculares son la arterioesclerosis, la hipertensión, embolias, trombosis y alteraciones de la circulación venosa. La actividad física se considera un protector por varios factores:
    • A nivel vascular, mejora la elasticidad y las condiciones del endotelio y disminuye las resistencias vasculares.
    • A nivel sanguíneo, reduce los triglicéridos y lipoproteínas de baja y muy baja densidad, aumentando las HDL y reduciendo la hipercolesterolemia y la presión arterial2. También mejora la fluidez de la sangre mediante un efecto antiagregante plaquetario.
  • Obesidad: La actividad física facilita el descanso nocturno y ayuda a regular el apetito previniendo la obesidad, enfermedad muy relacionada con otras patologías como la hipertensión, arterioesclerosis, gota, enfisema pulmonar, diabetes, varices e incluso el cáncer. Reducir la obesidad únicamente con una mayor práctica de actividad física no es sencillo, hay que incluir también una buena alimentación.
  • Diabetes: La diabetes tipo 2 tiene una elevada incidencia. Está fuertemente ligada a la obesidad y al sedentarismo, alterando el metabolismo, produciendo un incremento de los ácidos grasos y triglicéridos circulantes por la sangre y reduciendo las lipoproteínas de elevada densidad, lo que supone un alto riesgo vascular. La actividad física mejora las condiciones funcionales del enfermo diabético ya que aumenta la actividad de los receptores de glucosa de la fibra muscular y reduce la hiperglucemia. Es muy importante el control de un especialista de la actividad física y la dieta para evitar un coma cetonémico o hipoglucémico en el paciente diabético.
  • Cáncer: Está muy demostrada la relación entre la dieta y el sedentarismo con algunos tipos de cáncer como el cáncer de colon2. Según estudios recientes, el estrés físico provocado por la actividad física aumentaría la resistencia al desarrollo de formas tumorales, ya que las catecolaminas y los corticosteroides expulsados durante la práctica de actividad física, pueden mejorar la capacidad de eliminación de células tumorales por parte de células citotóxicas y del sistema inmunológico.
  • Osteoporosis: Se considera una patología muy común en personas sedentarias y es la enfermedad con mayor incidencia en mujeres menopáusicas. Se produce una reducción de la masa ósea siendo el aporte de calcio imprescindible para reducir la probabilidad de padecerla. La práctica de actividad física, sobre todo de impacto (como saltar), es muy recomendable para favorecer una mayor absorción de calcio3.
  • Depresión: La práctica diaria de actividad física favorece la liberación de las llamadas endorfinas (“hormonas de la felicidad”) que se relacionan con la depresión, trastorno muy frecuente en personas sedentarias.

En definitiva, el sedentarismo puede llevar asociadas una serie de comorbilidades que pueden ser evitables. Por este motivo, la promoción de la actividad física es crucial, partiendo de la premisa de que cualquier actividad física, por mínima que sea, puede aportar beneficios para la salud.

 

Referencias

  1. World Health Organization. (2009). Global health risks: mortality and burden of disease attributable to selected major risks. Geneva: World Health Organization. Disponible en: http://www.who.int/healthinfo/global_burden_disease/GlobalHealthRisks_report_full.pdf (Consulta: Septiembre de 2015)
  2. Multiple Sclerosis Society of Canada (2008). Understanding MS and Exercises. A Fitness and Lifestyle Providers.
  3. Multiple Sclerosis Society of Canada (2004). MS and Fitness.

Marta Lorenzo Corrochano. Nutricionista