La actividad física en las personas con EM mantiene y mejora su estado de salud y de bienestar. Entre los múltiples beneficios aportados se encuentran las mejoras en las áreas psico-sociales y fisiológicas, destacando en el ámbito locomotor las aportaciones en la mejora del tono muscular, el trabajo del equilibrio y el control de la fatiga.
Sin embargo y a pesar de sus beneficios, las personas con EM aún mantienen grandes reservas a la hora de afrontar con decisión la práctica de una actividad física. La más común de ellas es el temor a sufrir un brote de la enfermedad. En cambio, diversos estudios realizados demuestran que el deporte no conlleva riesgo de brote y que las personas con EM que practican ejercicio físico de forma regular sufren incluso menos brotes que las personas sedentarias1.
Al realizar ejercicio físico, las personas diagnosticadas de EM conservan los mismos valores de frecuencia cardiaca (FC) y de presión arterial (PA) que las personas no afectadas, pero su fuerza muscular y su resistencia muestran niveles inferiores, por lo que la actividad física deberá estar dirigida a mejorar este aspecto.
Es necesario tener presente que la práctica deportiva puede conllevar la aparición de lesiones, pero en la misma proporción que una persona sana si no se realiza la actividad de forma correcta o si realiza un sobre-entrenamiento.
Para crear un Plan de Entrenamiento se debe valorar individualmente a cada sujeto, fundamentalmente en los siguientes aspectos:
- Si antes del diagnóstico la persona realiza o no alguna actividad física
- Guía de valoración física para establecer su nivel funcional
- Objetivos que la persona con EM espera alcanzar mediante la práctica de la actividad física
- Capacidades y habilidades personales
Recomendaciones generales para la práctica deportiva:
- Elección del deporte: practicar una actividad física “conveniente” para la persona, y que además le atraiga y le motive.
- El deporte elegido debe orientarse hacia la mejora de la fuerza y resistencia muscular.
- Establecer objetivos deportivos.
- Seguir un plan de entrenamiento supervisado por profesionales.
- Integrar el deporte dentro del tratamiento multidisciplinario como una terapia más.
Indicaciones especiales para personas con EM:
- Fatiga: Aunque el ejercicio reduce progresivamente el nivel de fatiga a medida que se práctica, ésta debe respetarse, realizando una actividad más corta pero más frecuente y deteniéndola en caso de sentir molestias durante su práctica. Debemos diferenciar dentro de la fatiga, la que es muscular (periférica) y la fatiga neurodegenerativa (central). El trabajo específico para la mejora de la fatiga, además de ser pautado por un profesional y de programarse de manera individualizada para cada persona, debe comenzar por ejercicios de entrenamiento de fuerza (anaeróbicos), ganando resistencia muscular, permitiendo espaciar y descansar entre series, continuando después con ejercicio aeróbico en el que trabajaremos ejercicios de resistencia.
- Fenómeno Uhthoff: Definido como el aumento de la temperatura corporal debido a factores internos o externos por la desmielinización. Este fenómeno puede aparecer en algunas personas con EM al realizar ejercicio físico, en estos casos se recomiendan técnicas de pre-enfriamiento antes de la actividad física, practicar la actividad en medio acuático, elegir las primeras horas del día o no practicar deporte a temperaturas extremas ni en estados febriles.
- Trabajo de equilibrio: Importante en personas con EM, donde en muchas se comprueba un mayor nivel de inestabilidad o de alteración del equilibrio por diversas razones, sobre todo por debilidad muscular, espasticidad y fatiga, incluso en niveles iniciales de la enfermedad. Por todo ello, será muy importante trabajarlo (junto con ejercicios de fuerza y aeróbicos) tanto de las extremidades como del core para conseguir una mayor estabilidad.
- Lesiones deportivas: Prestar más cuidado a posibles caídas, evitando practicar ejercicio en terrenos irregulares, con muchos cambios de posición así como sobrecargas musculares, respetando los tiempos de reposo y el tratamiento de fisioterapia.
Contraindicaciones del Deporte en EM:
- Deportes de cargas máximas VO>70%, FC>70-80%
- Personas con gran alteración de la termorregulación.
- Dolor: el dolor es una respuesta de alerta del organismo, si aparece se debe parar la actividad.
Brotes: ¿Qué hacer durante un brote? ¿Recuperación post brote?
Aunque durante el brote no se aconseja la realización de ningún ejercicio físico, se debe matizar que un reposo absoluto puede llegar a anular los progresos alcanzados mediante la práctica deportiva. Por ello, en la medida de lo posible, se debe realizar una actividad física mínima adaptada al paciente. Esta puede incluir: movimientos activo-pasivos, contracciones isométricas, estiramientos o caminar distancias cortas. Así como la necesidad de realizar fisioterapia o terapia ocupacional.
En el momento subagudo, manteniendo las adaptaciones realizadas y siempre en progresión, se incrementará la intensidad a un nivel leve-moderado. En los brotes, para adaptar la actividad física se tienen en cuenta la fatiga y el nivel funcional de la persona.
Activar físicamente el organismo no sólo ayuda a la recuperación después de un brote en tiempo y calidad, también mantiene la mejoría física lograda.
En definitiva, es clave que la persona disfrute del ejercicio y lo incluya en su vida diaria. Los Planes de Entrenamiento deben ser guiados por profesionales que puedan dar respuesta a todas las adaptaciones y a la evolución personal.
Referencias
- Pilutti, L., Platta, M., Motl, R. and Latimer-Cheung, A. (2014) The safety of exercise training in MS: a systematic review. J Neurol Sci 343: 3–7.
Marta Marcén Pamplona. Fisioterapeuta
Ana Sánchez Alique. Fisioterapeuta