Esta es la primera parte de la entrevista realizada a Ramón J. Gómez i Illan. 

Gómez i Illan, es licenciado en Ciencias de la actividad física y del deporte y Máster Universitario en Rendimiento Deportivo y Salud. Actualmente está finalizando su doctorado en el Centro de Investigación Deportiva de la Universidad Miguel Hernández de Elche, ha codirigido la investigación «Efectos de un programa de entrenamiento de la fuerza sobre la fatiga percibida en pacientes con Esclerosis Múltiple» y forma parte de la línea de Investigación «Esclerosis Múltiple y Actividad Física» de los laboratorios de Biomecánica y Control Motor del Centro de Investigación del Deporte de la UMH.

  1. ¿Qué criterios se deberían tener en cuenta a la hora de prescribir ejercicio a una persona con EM?

Como con cualquier persona, padezca o no una patología, se ha de prescribir el entrenamiento atendiendo a sus capacidades iniciales, teniendo además en cuenta las particularidades en este caso de la patología.

Como datos importantes cabría determinar el tipo de EM, la medicación que está tomando, los síntomas que padece asociados a la patología, las posibles asimetrías bilaterales de miembros superiores e inferiores, y su capacidad de mantener el equilibrio (estabilidad).

Por otro lado, una vez elegido el tipo de entrenamiento (cantidad de ejercicio aeróbico, entrenamiento de la fuerza, entrenamiento funcional) cabría realizar una serie de pruebas o test antes del inicio del programa con el fin de determinar las intensidades de trabajo. Estas pruebas se repetirían periódicamente para comprobar si los objetivos establecidos a priori se están cumpliendo o no, con el fin de seguir con el programa o bien introducir las modificaciones necesarias.

  1. ¿Existe algún deporte o tipo de ejercicio que esté contraindicado en la Esclerosis Múltiple? ¿Hay alguno que sea especialmente interesante recomendar?

La verdad es que no hay un ejercicio panacea que sea efectivo para cualquier tipo de paciente. Pensemos que hay personas con diagnóstico relativamente reciente que pueden practicar cualquier tipo de ejercicio, incluso los más extenuantes, pero sin embargo tenemos pacientes con síntomas inequívocos de discapacidad que necesitan una prescripción personalizada atendiendo a sus síntomas y capacidades.

En general lo que recomendamos es aumentar la salud cardiovascular mediante la realización de ejercicios aeróbicos que en un principio deben ser de bajo impacto, y al mismo tiempo realizar un programa de ejercicios encaminados a mejorar la capacidad de producción de fuerza.

Del mismo modo, la contraindicación dependerá de la situación del paciente. Imaginemos a un paciente con una asimetría significativa en la producción de fuerza de sus extremidades inferiores que le produce una cojera evidente por la cual necesita un bastón para poder caminar. Evidentemente en este caso estaría contraindicada la carrera continua como ejercicio aeróbico de resistencia, pero podríamos prescribirle ejercicios de natación o bicicleta, unido a un programa de ejercicios de fuerza que intente reducir en primer lugar la asimetría bilateral y por tanto mejorar el patrón de la marcha.

En el caso de los pacientes que experimenten con asiduidad el fenómeno de Ulthoff sí estaría en principio contraindicado el ejercicio extenuante, es decir, aquel practicado a altas intensidades o con cortos períodos de descanso (por ejemplo carreras a alta intensidad), aunque la práctica de ejercicio regular aumenta la resistencia del organismo al trabajo a altas temperaturas, con lo que con probabilidad después de unos meses de entrenamiento incluso estas personas podrían aumentar la intensidad de sus actividades gradualmente.

  1. ¿Qué puntos son importantes a la hora de fomentar la actividad física en pacientes con EM que nunca la han realizado?

Para mí lo más importante es explicar con detalle los beneficios que esa práctica les va a reportar tanto al paciente como al acompañante/cuidador, que suele ser su pareja o familiar cercano. El entorno del paciente también debe entender que el programa de entrenamiento debe formar parte del tratamiento rehabilitador, y debe estar igual de convencido o más que el propio paciente, ya que en la mayoría de casos será un elemento clave en la adherencia, bien acudiendo al centro de entrenamiento como acompañante, bien sustituyendo al paciente en las labores que desempeñe en casa. Por otro lado, es importante mostrar los resultados de los estudios científicos de los últimos años sobre actividad física y EM.

  1. Se ha visto que las terapias en el agua aportan beneficios a las personas con EM, ¿sería suficiente con que una persona con EM realizara natación libre? ¿Es necesario que la actividad física siempre esté guiada?

Nuestra recomendación es que la práctica siempre sea guiada, pero entiendo que en determinadas ocasiones esta situación no sea posible por cuestiones económicas, familiares e incluso de dificultad de acceso al servicio. Si me dieran a elegir entre que una persona con EM esté en el sofá o haciendo natación por su cuenta, evidentemente recomendaría la segunda opción. Creo además que esta sería la respuesta de cualquier profesional del ejercicio, pues una de nuestras máximas es aumentar el tiempo de actividad física de la población.

Ahora bien, la práctica de actividad física no se convierte en ejercicio hasta que no se establecen unos objetivos, se realiza de forma repetitiva y se programa con el fin de conseguirlos. La práctica de actividad física no guiada suele acabar en frustraciones debido a una mala o inexistente planificación, falta de conocimientos e incluso en lesiones por una mala ejecución de los ejercicios.

En el ejemplo de la natación que nos ocupa podríamos hacernos las siguientes preguntas: ¿qué estilo se va a practicar? ¿se ejecuta de manera correcta de forma que no perjudique a las estructuras óseas y articulares implicadas, especialmente las de cervicales, dorsales y lumbares? ¿a qué intensidad practico el ejercicio? ¿sé evalúa la evolución de mi frecuencia cardíaca? ¿cuánto tiempo nado? ¿debo calentar? ¿puedo complementar la natación con otro tipo de ejercicio que me ayude más tarde en la piscina? ¿cuántos días a la semana nado?

Estas y otras preguntas son las que un Licenciado/Graduado en CAFD puede y debe contestar.

  1. ¿Qué tipo de actividad física recomendaría para reducir la fatiga?

La fatiga es uno de los síntomas que más padecen los pacientes de EM – aproximadamente el 70%- y uno de los que según los mismos más les incapacita pues les impide realizar la mayoría de las actividades de la vida diaria, por lo que son varias las líneas de trabajo de diversos grupos de investigación que intentan reducirla mediante la práctica de ejercicio.

No obstante, aún no está claro qué tipo de ejercicio es el más idóneo para ello. Los resultados de diferentes investigaciones y meta-análisis son contradictorios. La conclusión general es que el ejercicio reduce la fatiga, si bien no hay un tipo de ejercicio que sea mucho mejor que otro para reducirla. Hay revisiones que concluyen que los programas de ejercicio que combinan fuerza y resistencia serían los más idóneos, mientras otras recomiendan el trabajo de fuerza por encima del de resistencia.

Mi recomendación es individualizar el tratamiento según el caso y las posibilidades del paciente, pero siempre incluyendo ejercicios de fuerza en el programa de entrenamiento, de tal modo que si el paciente por cualquier causa – discapacidad, tiempo, etc.- no puede realizar ambos tipos de trabajo – resistencia y fuerza-, priorizara el ejercicio de fuerza.

  1. ¿Hay algún tipo de actividad física que se pueda recomendar para mejorar el equilibrio?

Los resultados de las últimas revisiones indican que para mejorar el equilibrio lo mejor es precisamente trabajar el equilibrio, es decir, introducir en los programas de entrenamiento ejercicios funcionales que reten la estabilidad del paciente, complementando este trabajo con ejercicios de fuerza especialmente del tren inferior. Por otro lado, nuestro grupo de investigación está investigando la relevancia que puede tener la estabilidad del tronco en la estabilidad general, por lo que recomendamos del mismo modo incluir ejercicios de estabilidad del tronco.

  1. ¿Qué recomendaciones en relación a la práctica de actividad física se deben dar durante y después de un brote? ¿Hay alguna relación entre la práctica de ejercicio físico y la velocidad de recuperación tras un brote?

Normalmente ante la aparición de un brote nos remitimos a las recomendaciones del equipo de neurología que trata al paciente. Lo más usual, y además para mí la opción más recomendable, es pausar el programa de ejercicio hasta la desaparición del brote sobre todo por una cuestión lógica: en determinadas ocasiones los pacientes padecen el fenómeno de Ulthoff, que no es más que la exacerbación de un síntoma debido a un aumento de la temperatura corporal que puede ser producida por el ejercicio, pero también por otros motivos. El hecho es que si durante un brote realizamos ejercicio podemos acentuar este fenómeno y encontrarnos con que la clínica neurológica mostrada es producida por el aumento de temperatura corporal, y no por el brote en cuestión. Sin embargo, si durante el brote dejamos de hacer ejercicio nos aseguramos de que el síntoma exacerbado es de índole neurológico, con lo que al paciente le basta con seguir las recomendaciones de su neurólogo y retomar el programa de ejercicio una vez el brote ha remitido.

  1. Actualmente usted está realizando el doctorado dentro de la línea EM y Actividad física. ¿Considera que se está investigando suficiente en este campo? ¿Animaría usted a futuros doctores o profesionales a especializarse en esta rama?

Se está investigando mucho, pero lamentablemente no en nuestro país, donde al igual que otros grupos de investigación, se ha sufrido un grave recorte en lo que a financiación pública se refiere. Los estudios conllevan unos gastos de material, técnicos, etc., que por ejemplo en nuestro caso se financian única y exclusivamente con fondos propios del Centro de Investigación del Deporte de la Universidad Miguel Hernández de Elche.

Afortunadamente el sector salud dentro de las Ciencias del Deporte, cada vez es más importante y está más especializado. La profesionalización y la investigación en ejercicio y patologías como las metabólicas, cardíacas o neurológicas es cada vez mayor y esto anima a que cada vez más alumnos se especialicen en estos temas, lo que redundará en un futuro en una mejor atención a las personas con patologías, incluidas también las personas con EM.

En nuestro caso concreto hemos tenido la suerte de poder contar con un centro universitario de primer nivel, casi único en Europa, con científicos de especialistas en biomecánica como el Dr. Francisco J. Vera o en ejercicio en poblaciones especiales como el Dr. Raúl Reina, reconocidos ambos a nivel internacional y que han apostado claramente por la línea de investigación en ejercicio y EM. Además hemos contado con colaboraciones tanto de hospitales como de neurólogos, que sin duda han hecho que el grado de profesionalización y especialización de nuestras investigaciones tenga un alto valor añadido.

No te pierdas la continuación de la entrevista en el próximo artículo.