Se entiende por frustración, el sentimiento de tristeza, decepción o desilusión provocado por la imposibilidad de alcanzar un objetivo o satisfacer una necesidad o deseo. Consideramos que una persona cuenta con una buena capacidad de tolerancia a la frustración cuando es capaz de persistir en su tarea a pesar de no obtener los resultados que desea o necesita, o cuando es capaz de reformular sus objetivos adaptándose a las condiciones de cada circunstancia.

Dicha capacidad es fundamental en muchas áreas de la vida, aunque en el presente artículo centraremos nuestra atención en cómo gestionar la frustración relacionada con la actividad física en personas con EM. Existen numerosos motivos por los que pueden aparecer estos sentimientos, algunos de ellos pueden ser:

  • Un nuevo brote, que obliga a la persona a interrumpir temporalmente su actividad física (aunque esto no siempre será necesario, a veces el neurólogo puede recomendar que se detenga la actividad física).
  • La aparición de nuevos síntomas que impiden a la persona realizar ejercicios que realizaba con anterioridad.
  • Presencia de expectativas poco realistas.
  • Desconocimiento de aspectos importantes en el terreno de la actividad física (variables físicas, variaciones en el rendimiento, planificación de los descansos, etc.)

A continuación, detallaremos algunas recomendaciones útiles para potenciar una adecuada gestión del sentimiento de frustración ante la actividad física en personas con EM:

1.- No establecer una relación directa entre realizar una adecuada actividad física y evitar la aparición de nuevos brotes o síntomas. Aunque la actividad física aporta grandes beneficios a las personas con EM, no elimina la probabilidad de nuevos brotes, por lo que se debe transmitir al paciente una idea realista en este punto.

2.- Favorecer que la persona con EM se plantee pequeños objetivos a corto plazo, que vayan aumentando progresivamente. Es mejor “pasos cortos y firmes, que zancadas largas” que aumenten la posibilidad de experimentar una sensación de fracaso. El simple hecho de lograr las metas propuestas (aunque no sean a gran escala) es reforzante y favorece que la persona sea consciente de que está desarrollando un buen trabajo.

3.- Naturalizar los sentimientos de frustración. Ante una lesión, un nuevo brote o la aparición de nuevos síntomas, es normal que aparezcan sentimientos de frustración, por ello es importante acogerlos y ayudar a la persona a aceptarlos, sin tratar de eliminarlos.

4.- Ayudar a la persona con EM a aumentar su flexibilidad mental, planteándole nuevos tipos de actividad física, nuevos objetivos o cualquier cambio que sea necesario. Persistir es algo muy positivo, pero también es necesario saber hasta donde se puede seguir insistiendo en una misma tarea que no se consigue o en un ejercicio concreto que, por cualquier circunstancia, no resulta beneficioso.

5.- Fomentar que cada persona se plantee sus propias metas. La capacidad para realizar actividad física es diferente en cada persona, tenga o no EM. Es crucial que se fomente la definición individual de objetivos en relación a la actividad física, revisando que se cumplan los puntos que hemos descrito anteriormente.

6.- Una meta debe estar planteada en términos de lo que se quiere conseguir y debe ser algo que dependa de la persona que se plantea el objetivo. Es decir, no es lo mismo que un paciente se plantee “mi objetivo es que no haya nuevos brotes” (que no depende al cien por cien de él mismo) que “quiero mejorar mi calidad de vida” (que sí depende en gran parte de aspectos que él mismo puede controlar). Por ello, a la hora de plantear objetivos, es importante que éstos se centren en aspectos que dependen del propio paciente.

En definitiva, la frustración es un sentimiento normal. Por ello debemos darle cabida y tener presente que puede aparecer en estos casos. Para ello, generar unas expectativas realistas y fomentar la flexibilidad mental de la persona con EM, son grandes recursos para reducir el impacto negativo de la misma.

Celia Ramos. Psicóloga