La realización de actividad física (AF) es hoy en día reconocida como una de las principales estrategias rehabilitadoras no farmacológicas en la Esclerosis Múltiple (EM). A pesar de ello, uno de los principales problemas que existen a la hora de prescribir AF en esta población es la adherencia hacia su práctica, siendo fundamental encontrar modalidades de ejercicio físico atractivas, sencillas de realizar y que los propios pacientes perciban como útiles.

A este respecto, la “Marcha Nórdica” (MN), también conocida como marcha con bastones, se presenta como una interesante solución. Este tipo de ejercicio, que consiste en caminar con el apoyo de dos bastones, tiene su origen en los países nórdicos, en donde surgió como un método de acondicionamiento físico alternativo para los esquiadores de fondo y ha evolucionado hasta convertirse en una modalidad consolidada en el mundo del fitness saludable.

La MN se caracteriza fundamentalmente porque el empleo de dos bastones proporciona estabilidad al practicante durante la marcha, que además se realiza de manera más eficiente, dado que los grupos musculares de los miembros inferiores y del tronco se involucran en la locomoción al realizar movimientos de apoyo y tracción en los bastones1. Por lo tanto, esta modalidad es apta para personas que presentan un bajo nivel de condición física e inestabilidad durante la marcha, características ambas presentes en muchos de los casos de EM.

En relación a la evidencia científica existente al respecto, aunque se ha reconocido la importancia de la MN como terapia rehabilitadora en la EM2, el número de estudios publicados hasta la fecha es muy reducido.

A este respecto conviene mencionar una reciente investigación en la que un grupo de pacientes con EM (EDDS 3-4.5), participaron en un programa de ejercicio multidisciplinar que incluía la MN entre las modalidades a practicar. Los resultados logrados confirmaron la factibilidad y utilidad de este tipo de terapia, así como sus beneficios incluso a nivel psicosocial3.

De todos modos, sí abundan las investigaciones que han puesto de manifiesto los efectos beneficiosos que la MN tiene en otras patologías crónico-degenerativas de origen neuronal, como es el caso de la enfermedad de Parkinson. Así, se ha observado como la práctica de esta modalidad ha implicado mejoras en el equilibrio, control postural y velocidad de la marcha en esta población; si bien hay que puntualizar que en este caso la MN se realizaba sobre una cinta para caminar/correr4. Sin embargo, esta situación no es la idónea, dado que por lo general las personas con EM no disponen de una cinta para caminar en sus hogares ni de una persona que les pueda monitorizar el entrenamiento.

Por lo tanto, lo más aconsejable es la práctica de MN al aire libre, es decir, realizar un paseo con bastones, cubriendo distancias progresivamente mayores. Aunque no existe evidencia científica al respecto, parece adecuado ser prudente y aconsejar paseos diarios de 15-20 minutos a ritmo suave y una vez controlada la técnica de ejecución correcta. Es éste el principal hándicap que presenta la prescripción de la MN como modalidad de fitness saludable. Es necesario contar con un experto con formación en la MN que pueda explicar y enseñar el modo correcto de emplear los bastones y en definitiva de caminar. Por lo general, con dos-tres sesiones, el proceso de iniciación podría considerarse como completado y el paciente estaría en disposición de realizar la MN de manera autónoma5.

Puesto que las personas con EM presentan inestabilidad en la marcha y menores niveles de fuerza, es aconsejable el empleo de dragoneras (sujeciones que se fijan a la empuñadura de los bastones), dado que permiten una transmisión más sólida de la fuerza de antebrazo y mano al bastón, lo que se traduce en una mayor y más económica tracción y por lo tanto mayor seguridad y estabilidad. Gracias a este sencillo dispositivo que conecta el bastón con la mano, se consigue que el mismo cumpla su función de apoyo y empuje sin necesidad de que haya presión, siendo el patrón de marcha mucho más eficaz en comparación con el que resultaría del empleo un bastón con empuñaduras de trekking.

Finalmente cabe destacar que esta actividad puede considerarse como de bajo coste, (un par de bastones puede adquirirse por unos treinta euros), lo que sin duda aumenta su atractivo y favorece la promoción de su práctica entre las personas con EM.

REFERENCIAS

  1. Martínez Lemos, R. I. (2010). Alfa247®: Un modelo de aprendizaje diferenciado para la enseñanza del Nordic Walking. Revista de Investigación en Educación, 7, 123-130.
  2. Mayo, N. E., Bayley, M., Duquette, P., Lapierre, Y., Anderson, R., & Bartlett, S. (2013). The role of exercise in modifying outcomes for people with multiple sclerosis: a randomized trial. BMC neurology, 13(1), 69.
  3. Chenet, A., Gosseaume, A., Wiertlewski, S., & Perrouin-Verbe, B. (2016). Efficacity of exercise training on multiple sclerosis patients with cognitive impairments. Annals of physical and rehabilitation medicine, 59, e42.
  4. Bang, D. H., & Shin, W. S. (2017). Effects of an intensive Nordic walking intervention on the balance function and walking ability of individuals with Parkinson’s disease: a randomized controlled pilot trial. Aging clinical and experimental research, 29(5), 993-999.
  5. Cugusi, L., Solla, P., Serpe, R., Carzedda, T., Piras, L., Oggianu, M., & Marrosu, F. (2015). Effects of a Nordic Walking program on motor and non-motor symptoms, functional performance and body composition in patients with Parkinson’s disease. NeuroRehabilitation, 37(2), 245-254.

Carlos Ayán Pérez. Doctor en CC. De la Actividad Física y el deporte.