La resiliencia es la capacidad que tiene una persona de sobreponerse ante la adversidad o adaptarse positivamente a situaciones complejas. No se trata de la negación de las dificultades vividas, sino de la capacidad para seguir adelante a pesar de ellas.
Contempla la presencia de emociones positivas, como el optimismo o el sentido del humor, y el afrontamiento activo, basado en la búsqueda de soluciones que aumenta la percepción de control y autoeficacia. Por lo tanto, una persona resiliente acepta la situación adversa, le otorga un sentido y centra su foco de atención en la búsqueda de soluciones.
Diferentes estudios afirman que la capacidad de resiliencia en personas con enfermedades crónicas es una variable protectora de la salud física y mental en momentos de enfermedad[1].
Un estudio realizado en personas con Esclerosis Múltiple (EM), puso de manifiesto que a medida que avanza la enfermedad, la espiritualidad cobra valor por la capacidad de otorgar un sentido y un significado a las dificultades vividas, aumentando la autoeficacia e independencia del paciente[2].
La resiliencia es una capacidad que se da en un grado determinado, por lo que es posible desarrollarla. De este modo, una persona no es resiliente, sino que está resiliente en un nivel determinado. Aunque existen factores genéticos y de personalidad que favorecen que una persona sea más o menos resiliente, es muy importante entender que es una característica que puede potenciarse y que de hecho fomentarla resulta muy beneficioso. Entre los factores más relevantes para aumentar la resiliencia en una persona con EM, se encuentran los siguientes[3]:
- Motivación para afrontar los síntomas (¿qué motivos encuentra la persona para adaptarse a su situación de enfermedad?)
- Experiencia previa de afrontamiento (¿la persona ha sido capaz de afrontar con éxito otros brotes de la enfermedad? ¿cómo lo consiguió?)
- Apoyo recibido (y percibido) por parte de su círculo social.
- Autoestima (¿la persona se siente capaz de afrontar esta situación? ¿considera que cuenta con los recursos necesarios para ello?)
- Estilo de vida saludable y estrategias de autocuidado.
La actividad física en personas con EM, como señala el Informe del Estudio “Actividad física y deporte en Esclerosis Múltiple”[4], no sólo resulta beneficiosa para su estado físico de salud, sino también para su bienestar emocional. En dicho estudio, se señalan aspectos psicológicos importantes que mejoran con la actividad física en personas con Esclerosis Múltiple. Algunos de estos beneficios se encuentran muy relacionados con la capacidad de resiliencia:
- Estructura cerebral y cognición.
- Identidad personal.
- Integración social.
- Mejora del estado de ánimo.
- Confianza en uno mismo.
- Aumento de la percepción de bienestar.
En este sentido, la autogestión, el conocimiento y la implicación de la persona con EM en su enfermedad, favorece que la incertidumbre y los miedos se transformen en aceptación y confianza. Es por ello necesario fomentar un rol activo por parte del paciente en su enfermedad[5]. A su vez, la capacidad de resiliencia y perseverancia, es un predictor para la adherencia a la actividad física en personas con EM[6].
Todo ello indica que la actividad física, además de mejorar el estado de salud, también potencia la capacidad de las personas que la practican para adaptarse positivamente a la enfermedad y por tanto, a ser más resilientes.
REFERENCIAS:
- Quiceno, J. M. y Vinaccia, S. (2011). Resiliencia: una perspectiva desde la enfermedad crónica en población adulta. Pensamiento psicológico vol.9 nº17
- DeArmas, A. (2004). Contributing factors to resilience in relapsing-remitting multiple sclerosis. Tesis doctoral inédita. Universidad de Maryland, EE.UU.
- Acosta, I.C. y Sánchez, Y. I. (2009). Manifestación de la resiliencia como factor de protección en enfermos crónico terminales hospitalizados. Psicología Iberoamericana Vol. 17 nº2
- Esclerosis Múltiple España – Informe del estudio Actividad física y deporte en esclerosis múltiple (Documento en línea) – Disponible en: http://www.esclerosismultiple.com/informe-del-estudio-actividad-fisica-y-deporte-y-esclerosis-multiple/ (Consultado en noviembre 2017)
- Ploughman, M.; Austin, M.; Mudoch, M.; Kearney, A.; Godwin, M. y Stefanelli, M. (2012). The Path to Self-Management: A Qualitative Study Involving Older People with Multiple Sclerosis. Physiotherapy Canada 2012; 64(1);6–17
- Ploughman, M.; Harris, C.; Wallack, E.; Drodge, O.; Beaulieu y S.; Mayo, N. (2015). Predictors of exercise participation in ambulatory and non-ambulatory older people with multiple sclerosis. PeerJ, DOI 10.7717/peerj.1158
Celia Ramos. Psicóloga