Cada vez hay más investigación en relación al riesgo de desarrollar EM y los niveles bajos de vitamina D. Sin embargo, no está claro si se trata de una relación de causalidad o únicamente una correlación, por lo que la interpretación de los resultados debe realizarse con cautela.

Algunas investigaciones muestran que la prevalencia de EM es mayor en zonas cercanas a los polos (con menor exposición solar) y va disminuyendo conforme nos acercamos al ecuador (dónde hay más horas de sol)1,2. Sabemos que la principal fuente para síntesis de vitamina D es la exposición solar, de ahí que se cuestione qué tipo de relación existe entre la vitamina D y la EM.

Estudios de años anteriores al 2017 ya apuntaban a que el déficit de vitamina D  es más habitual en la EM que en el resto de la población3. De hecho, en 2010 ya se había asociado que en pacientes con EM de inicio pediátrico, los niveles más bajos de vitamina D se relacionaban con mayor tasa de recaídas4. Pero más allá de los estudios observacionales, también contamos con experimentos en laboratorio que indican que la vitamina D podría jugar algún papel en la remielinización de las neuronas5,6.

Por todo esto no es de extrañar, que se genere cierta expectación entre profesionales y personas con EM ante cualquier hallazgo que aporte luz a una posible explicación del desarrollo de la EM.

¿QUÉ SE HA DICHO EN 2017 SOBRE LA EM Y LA VITAMINA D?

Este año se han publicado varios estudios al respecto que han generado especial interés entre investigadores y pacientes. Veremos a continuación algunos de ellos:

Vitamina D neonatal y riesgo de Esclerosis Múltiple7: Este estudio se ha publicado en la revista Neurology. Fue un estudio de casos y controles cuyo objetivo fue examinar si existía una asociación directa entre el nivel de vitamina D neonatal y el riesgo de EM, ya que había datos anteriores que sugerían que el déficit de vitamina D durante el embarazo, podría estar relacionado con el riesgo de padecer EM.

Este estudio concluyó que sí existe una asociación entre mayor riesgo de EM y las concentraciones bajas de vitamina D neonatal, ya que los neonatos con niveles de vitamina D mayores tuvieron un riesgo 47% menor de desarrollar EM.

Esta conclusión no quiere decir que la suplementación con vitamina D durante el embarazo pueda disminuir el riesgo de EM o que la causa por la que desarrollaron EM fuera el nivel de vitamina D, pero futuros estudios deberían profundizar en esta línea.

Deficiencia de vitamina D y riesgo de EM en mujeres8: Otro estudio también de este año y en la misma revista tuvo como objetivo determinar si la deficiencia de vitamina D está relacionada con la EM y en qué medida. Se desarrolló con muestras de sangre de una maternidad finlandesa donde se identificaron muestras de 1.092 mujeres con EM. Tras el análisis de las muestras concluyeron que el déficit de vitamina D en mujeres es un factor de riesgo para la EM.

Al igual que el anterior, merece la pena estudiar si corregir el déficit en mujeres que estén en edad reproductiva podría disminuir el riesgo de estas a desarrollar EM en un futuro, pero tampoco se puede concluir que la causa de desarrollar EM sea el nivel de vitamina D.

Alteración de los metabolitos en EM en la suplementación con vitamina D9: Esta publicación del JCI insight nos muestra como la metabolómica (el estudio y comparación de los metabolitos  de la célula, tejidos, órganos, etc. en un momento dado) es útil para identificar procesos metabólicos aberrantes o anómalos y las intervenciones terapéuticas que podrían ser válidas para corregirlos.

Desde este campo, demostraron que las personas con EM parecen tener cambios en la capacidad de estrés oxidativo y que la suplementación con vitamina D reduce los marcadores de estrés oxidativo y metabolismo lipídico en controles sanos, pero no en personas con EM.

Este estudio puede dar paso a comprender el mecanismo subyacente a porqué la administración de suplementos de vitamina D no cumplirían con la acción antioxidante en la EM y así buscar alternativas que optimicen el beneficio terapéutico de la vitamina D.

Además, lo que podemos interpretar de este estudio, es que la metabolómica podrá ser muy útil en futuros ensayos para controlar los efectos de otras terapias farmacológicas y no farmacológicas en los marcadores de estrés oxidativo u otras vías relevantes.

ENTONCES, ¿QUÉ PODEMOS CONCLUIR?

Ante estos resultados, podríamos concluir únicamente que el déficit de vitamina D se puede considerar un factor de riesgo para desarrollar EM y que no se ha demostrado todavía que la suplementación con vitamina D pueda servir para mejorar o prevenir la EM.

En ningún caso se ha de recomendar la ingesta de suplementos de vitamina D en dosis elevadas durante largos periodos de tiempo y sin control analítico, dado que puede ocasionar toxicidad. Una de las complicaciones de la hipervitaminosis D es la hipercalcemia, que puede traducirse en arritmias, cálculos o hipertensión, entre otras. Por otro lado, tampoco contamos con estudios a largo plazo que muestren la seguridad y/o efectos secundarios de tomar la vitamina D de forma crónica.

BIBLIOGRAFIA

  1. Mokry, L. E. et al. Vitamin D and Risk of Multiple Sclerosis: A Mendelian Randomization Study. PLoS Med. 12, (2015).
  2. Pierrot-Deseilligny, C. & Souberbielle, J.-C. Vitamin D and multiple sclerosis: An update. Mult. Scler. Relat. Disord. 14, 35–45 (2017).
  3. Alharbi, F. M. Update in vitamin D and multiple sclerosis. Neurosciences 20, 329–335 (2015).
  4. Mowry, E. M. et al. Vitamin D status is associated with relapse rate in pediatric-onset MS. Ann. Neurol. NA-NA (2010). doi:10.1002/ana.21972
  5. de la Fuente, A. G. et al. Vitamin D receptor–retinoid X receptor heterodimer signaling regulates oligodendrocyte progenitor cell differentiation. J. Cell Biol. 211, 975–985 (2015).
  6. Mashayekhi, F. & Salehi, Z. Administration of vitamin D3 induces CNPase and myelin oligodendrocyte glycoprotein expression in the cerebral cortex of the murine model of cuprizone-induced demyelination. Folia Neuropathol. 54, 259–264 (2016).
  7. Nielsen, N. M. et al. Neonatal vitamin D status and risk of multiple sclerosis: A population-based case-control study. Neurology 88, 44–51 (2017).
  8. Munger, K. L. et al. 25-Hydroxyvitamin D deficiency and risk of MS among women in the Finnish Maternity Cohort. Neurology 10.1212/WNL.0000000000004489 (2017). doi:10.1212/WNL.0000000000004489
  9. Bhargava, P., Fitzgerald, K. C., Calabresi, P. A. & Mowry, E. M. Metabolic alterations in multiple sclerosis and the impact of vitamin D supplementation. JCI Insight 2, (2017).

Nuria Mansilla. Enfermera y nutricionista