Los profesionales que nos dedicamos a la Esclerosis Múltiple (EM) estamos acostumbrados a las grandes cifras. Más de 2,5 millones de personas con EM en todo el mundo, miles de publicaciones en la literatura científica, congresos multitudinarios –más de 10.000 neurólogos de todo el mundo inscritos en el ECTRIMS de París de 2017-, decenas de compañías farmacéuticas que buscan y estudian nuevas moléculas para tratar la enfermedad, millones de euros en recursos sanitarios, gasto farmacéutico e investigación.
Más allá de todas esas cifras apabullantes, los profesionales – tanto médicos como enfermeros, fisioterapeutas, psicólogos o nutricionistas-, continuamos enfrentándonos con muchas incógnitas cuando tratamos a nuestros pacientes. Quedan todavía muchos aspectos por clarificar sobre las causas, factores pronósticos y mecanismos por los que se desarrolla la Esclerosis Múltiple. Cada vez disponemos de tratamientos más eficaces que han cambiado la vida de los afectados por esta enfermedad y generado grandes expectativas de cara al futuro. Es aquí donde nos enfrentamos con los mayores retos: buscar dianas terapéuticas, mejorar la seguridad de los fármacos, evitar la progresión de discapacidad, actuar sobre posibles factores favorecedores.
En definitiva, el gran desafío es frenar el curso de una enfermedad grave que genera gran discapacidad en pacientes que inician la patología generalmente en una etapa joven y activa de su vida.
Uno de los aspectos más debatidos desde hace tiempo es el papel que puede tener la actividad física en el control de la enfermedad. Es asumido de forma generalizada que el ejercicio físico mejora la calidad de vida, ayuda a manejar el estrés y a mantener la funcionalidad de la persona con EM. Actúa previniendo otras posibles patologías como problemas cardiovasculares, mejorando el control del colesterol o de la presión arterial. Sin embargo, es debatido su papel como posible modificador de la enfermedad.
Actualmente, la rehabilitación va dirigida fundamentalmente a compensar las funciones dañadas o pérdidas, pero si planteamos que la realización de ejercicio físico puede cambiar el curso de la enfermedad y mejorar su pronóstico, favoreciendo la neurorreparación, esta debería ser un pilar más del tratamiento, encaminado a recuperar esas funciones y mejorar el pronóstico de los pacientes.
En un reciente artículo publicado en la revista ‘Multiple Sclerosis Internacional’ (Devasahayam AJ et al) en octubre de este año, se valoran los efectos del ejercicio físico aeróbico sobre la marcha y la neuroplasticidad. Los autores realizaron un análisis de 1783 artículos y estudiaron finalmente 12 ensayos clínicos y 5 ensayos con animales. 11 de los 12 ensayos clínicos mostraron una mejoría de la marcha en los pacientes que se sometieron a programas de ejercicio físico aeróbico durante al menos 3 meses. Los 5 estudios con animales evidenciaron respuesta clínica y aumento de factores neurotróficos. Las neurotrofinas son proteínas que se unen a receptores neuronales, favoreciendo la supervivencia de las neuronas y la reparación de estructuras dañadas. El ejercicio físico favorece un incremento en la síntesis de BDNF (factor neurotrófico derivado del cerebro) y otros factores como la neurotrofina 3 y NT4. El incremento de estos factores tendría un factor neuroprotector y de reparación, colaborando a mejorar tanto funciones físicas como probablemente cognitivas1.
Los resultados de los ensayos a largo plazo son más diversos y no resultan concluyentes, siendo también necesarios más estudios en personas con mayor grado de discapacidad.
Es posible que, al igual que sucede con los fármacos, exista una ventana terapéutica, lo que sugiere que los programas de ejercicio físico deberían instaurarse de forma precoz.
En la última reunión ECTRIMS-ACTRIMS en París en octubre de este año, el Dr. Jan Patrick Stellman, de la Universidad de Hamburgo (Alemania), presentó un estudio en el que muestra los resultados de un programa de actividad física aeróbica, moderada, durante 3 meses. Se seleccionaron 57 pacientes que se dividieron en un grupo control y un grupo de entrenamiento físico, individualizado y monitorizado por un instructor, que recibió 2-3 sesiones a la semana de 20 a 40 minutos cada una2.
Conocemos que las diferentes regiones cerebrales están interconectadas entre sí. Mediante técnicas de resonancia magnética funcional y tactografía, el doctor Stellman reconstruye un modelo de redes cerebrales, evidenciando cambios en la conectividad en los pacientes sometidos a ejercicio físico. El grupo que no realizó actividad física mostró, a los 3 meses, un descenso de la conectividad funcional, mientras que el grupo que recibió el entrenamiento mostró un aumento global y reorganización de la conectividad cerebral funcional y estructural2.
El objetivo primario del estudio era evaluar la respuesta en función cognitiva, no encontrando diferencias entre ambos grupos, quizá porque 3 meses es muy poco tiempo para evaluar cambios. Sin embargo, sí se demostró que el ejercicio físico podría reparar y mejorar las redes cerebrales en personas con EM2.
Parece, por tanto, que cada vez hay más evidencia a favor de que el ejercicio físico no solo es positivo para mejorar la calidad de vida, la fatiga o la depresión, sino que una actividad física regular podría influir en los mecanismos de neuroprotección y neurodegeneración en la Esclerosis Múltiple, interviniendo en el pronóstico de la enfermedad y en la evolución de las funciones motoras y cognitivas.
Por todo ello, son necesarios más estudios y más recursos para la investigación en estas áreas, así como mayor implicación de todos los profesionales. Es necesario ofrecer al paciente una atención multidisciplinar y un tratamiento con fármacos eficaces y un abordaje no farmacológico adecuado. La implantación de programas de actividad física dirigidos por un profesional formado es probablemente necesario para los pacientes con Esclerosis Múltiple.
BIBLIOGRAFÍA:
- Devasahayam AJ, Downer MB, Ploughman. The Effects of Aerobic Exercise on the Recovery of Walking Ability and Neuroplasticity in People with Multiple Sclerosis: A Systematic Review of Animal and Clinical Studies. M. Mult Scler Int. 2017.
- 7th Joint European Committee for Treatment and Research in Multiple Sclerosis-Americas Committee for Treatment and Research in Multiple Sclerosis (ECTRIMS-ACTRIMS) 2017. Parallel Session 13. Oral presentation 234. Presented October 27, 2017.
Fernando Pérez-Parra: Neurólogo