En la actualidad hay evidencia científica de los beneficios que genera la práctica regular de ejercicio físico en personas con EM, incluso en periodos de tiempo relativamente breves. No obstante, como reveló la encuesta “Actividad física y EM”, adoptar este hábito no siempre es fácil.

El punto de partida para la persona con EM que quiere incrementar su actividad física suele plantear algunos retos: debido al sedentarismo y a la progresión de la enfermedad es común observar una menor capacidad aeróbica, mayor frecuencia cardiaca y presión arterial en reposo, menor fuerza muscular especialmente en las extremidades inferiores, falta de flexibilidad, alta sensibilidad al aumento de la temperatura, excesiva fatigabilidad…  Estas características fisiológicas, lejos de desaconsejar el inicio de una actividad física más exigente, constituyen un claro indicador de la necesidad de incrementar el nivel de actividad física de forma progresiva, evitando sobreesfuerzos, lesiones y otras experiencias desagradables que puedan disminuir la adherencia al programa de actividad física.

Por ello resulta de crucial importancia contar un buen asesoramiento en el tránsito del sedentarismo a un mayor nivel de actividad física.

En la literatura científica existen numerosas recomendaciones para el inicio de un programa de actividad física en personas con EM. El objetivo de este artículo es recopilar aquéllas que cuentan con mayor consenso, y establecer unas nociones básicas que puedan orientar al fisioterapeuta en esta función de asesoramiento en el inicio de la actividad física.

A continuación expondremos estas nociones básicas:

  1. Realizar una evaluación inicial: Es fundamental conocer el estado inicial de la persona para poder seleccionar el tipo de actividad más adecuada. Los objetivos de esta primera evaluación son:
    • Descartar contraindicaciones: Se recomienda realizar una consulta médica para analizar posibles problemas concomitantes como pueden ser cardiopatías, diabetes, lesiones crónicas del aparato locomotor, etc. que deben ser tenidos en cuenta para tomar decisiones en el inicio de la actividad.
    • Establecer el punto de partida para el usuario: evaluar déficits y potencialidades del usuario en cuanto a equilibrio, fuerza muscular, resistencia, umbral de fatiga, etc. con el objetivo de elegir actividades asequibles para el estado funcional del usuario y poder ofrecer un feedback de la evolución de estos aspectos en etapas sucesivas.
  2. Adaptar el ejercicio al usuario: Adaptar la intensidad, la frecuencia, el tipo de ejercicios que se realizan a las características individuales del usuario es de vital importancia para conseguir la adhesión al programa y obtener beneficios. La guía de actividad física para pacientes con EM de la “Multiple Sclerosis Society of Canada-Quebec division” ofrece una interesante y didáctica regla nemotécnica para analizar el grado de adaptación del ejercicio a las características del usuario. Con la sigla “FRITT” nos proponen analizar:
    • Frecuencia: con qué frecuencia se realiza la actividad. Muy relacionado con el siguiente punto:
    • Recuperación: se refiere a los periodos de descanso necesarios en todo programa de actividad física, que en el caso concreto de las personas con EM puede estar influenciado por características individuales como fatigabilidad, debilidad muscular, etc.
    • Intensidad: se refiere al nivel de esfuerzo requerido tanto en actividades aeróbicas como en actividades de fortalecimiento muscular.
    • Tiempo: o duración de la actividad.
    • Tipo: qué actividad o ejercicio concreto se desarrolla.
  3. Qué actividades o ejercicios incluir: la recomendación general es incluir varios tipos de ejercicios en una rutina semanal, incluyendo como mínimo:
    • Ejercicio aeróbico: aporta importantes beneficios como aumento de la resistencia, reducción de la sensación de fatiga y aumento de su umbral de aparición, mejora de la fuerza muscular… Se recomienda iniciar por al menos dos sesiones semanales de no menos de 10 minutos de intensidad baja-moderada (entre el 60 y el 80% de la frecuencia cardiaca máxima). Si no contamos con un pulsómetro para medir la frecuencia cardiaca, se suele usar la noción de “poder hablar mientras se realiza el ejercicio” para indicarnos que nos encontramos aproximadamente en esas frecuencias. Algunas actividades que podemos incluir en este apartado son: caminar o correr (ya sea al aire libre o en cinta andadora), bicicleta (al aire libre o bicicleta estática), natación, remo, baile
    • Ejercicios de fortalecimiento muscular: en la mayoría de artículos consultados se añaden al programa de ejercicios aeróbicos, aportando un trabajo selectivo sobre determinados grupos musculares que pueden contribuir a un mejor desempeño funcional del usuario. Se recomienda iniciar por intensidades bajas, empleando como resistencia el peso del propio cuerpo o bandas elásticas. En las primeras etapas, las sesiones de trabajo deben ir enfocadas a entre 4 y 10 grupos musculares, y realizar de 1 a 3 series de 10 a 15 repeticiones por cada grupo, con descansos entre cada serie. Los grupos musculares trabajados deberán alternarse de una sesión a otra.
    • Ejercicios de flexibilidad: No todas las fuentes consultadas conceden la misma importancia a estos ejercicios, aunque en general se consideran una parte esencial en cualquier programa de acondicionamiento físico por su papel en la prevención de lesiones. El trabajo sobre la flexibilidad aporta fluidez al movimiento, por lo que puede tener un impacto positivo sobre la espasticidad y problemas de coordinación y equilibrio. Por ello se recomienda dedicar 10-15 minutos al final de cada sesión de trabajo a realizar estiramientos de los grupos musculares más implicados en la sesión.
  4. Aumentar progresivamente el nivel de actividad: es conveniente iniciar por actividades o ejercicios que requieran poco esfuerzo al principio, e irlo aumentando progresivamente en una práctica continuada y pautada. Se recomienda una actividad física de intensidad baja a moderada, y se subraya la necesidad de realizarla periódicamente, con una frecuencia semanal. Siguiendo la regla “FRITT”, podemos aumentar el nivel de actividad aumentando la frecuencia –respetando siempre los tiempos de recuperación-, la intensidad y el tiempo dedicado a la actividad, o emprendiendo un tipo de actividad diferente. La progresión en el ejercicio se debe plantear en un periodo de 2 a 6 meses, hasta alcanzar el mínimo nivel de actividad recomendado: 2 sesiones semanales consistentes en al menos 30 minutos de actividad aeróbica y 2 series de 10 a 15 repeticiones de ejercicios de fortalecimiento de los principales grupos musculares.

No es posible ofrecer un programa específico de ejercicios para todas las personas con EM que quieran iniciarse o aumentar su nivel de actividad física, ya que existen numerosos factores que hacen necesaria la personalización de cada programa de ejercicio, especialmente en aquellas personas que quieren pasar de una vida sedentaria a una con un mayor nivel de actividad.

Las que acabamos de exponer son recomendaciones generales con amplio consenso entre los expertos en actividad física y EM, que deben concretarse en cada caso a través del necesario diálogo entre el fisioterapeuta y el usuario que decide iniciarse en la práctica asidua de una actividad física.

Referencias:

  1. Esclerosis Múltiple España (2015). Informe del estudio Actividad Física y Deporte en Esclerosis Múltiple. http://esclerosismultiple.com
  2. Halabchi F, Alizadeh Z, Sahraian MA & Abolhasani M (2017). Exercise prescription for patients with multiple sclerosis; potential benefits and practical recommendations. BMC Neurology (2017) 17:185
  3. Kerling A, Keweloh K, Tegtbur U, et. Al (2015). Effects of a Short Physical Exercise Intervention on Patients with Multiple Sclerosis.  Int. J. Mol. Sci. 2015, 16, 15761-15775
  4. National Multiple Sclerosis Society (2009). Physical Activity for people with multiple sclerois. An introduction to MS for Health and Wellness Professionals. National MS Society, 2nd Edition.
  5. Multiple sclerosis Society of Canada-Quebec Division (2013). Physical Activity Guide for People with MS. Bibliothèque et Archives nationals du Québec. Library and Archives Canada. ISBN 2-921910-30-6.
  6. Wens I, Dalgas U, Vandenabeele F, et al. (2015) High Intensity Exercise in Multiple Sclerosis: Effects on Muscle Contractile Characteristics and Exercise Capacity, a Randomised Controlled Trial. PLoS ONE 10(9): e0133697. doi:10.1371/journal.pone.0133697

Carlos Ramos. Fisioterapeuta