Prácticamente de una forma natural, el ser humano tiende a establecer objetivos. La cuestión es que cuando se habla de definir objetivos en psicología, se hace referencia a elaborar un plan de acción, que acerque a una persona a sus metas. En este artículo vamos a aportar recomendaciones útiles para que, los profesionales que trabajan con personas con Esclerosis Múltiple (EM), puedan plantear de un modo adecuado objetivos relacionados con la actividad física (AF).

Para ello, empezaremos por plantear tres consideraciones previas, a saber:

  • Un adecuado plan de acción debe contemplar objetivos a corto, medio y largo plazo y debe aportar dirección y motivación a la persona con EM que practica AF.
  • En psicología deportiva se definen dos tipos de objetivos: los de resultado (hacen referencia a un logro concreto) y los de ejecución (hacen referencia al trabajo físico, técnico y psicológico, necesarios para alcanzar los objetivos de resultado). Es importante tener ambos en cuenta.
  • No es recomendable usar el miedo como herramienta motivadora. El miedo genera inseguridad, por lo que es mejor motivar con mensajes positivos. Por ejemplo, en lugar de decir “si no haces ejercicio tus síntomas se agudizarán”, es más motivador comentar “hay muchos estudios que demuestran que la AF está recomendada en personas con EM, mejorando su calidad de vida”.

Teniendo en cuenta estas cuestiones, consideramos que la definición de objetivos es un proceso muy importante en la práctica de AF, dado que aporta a la persona con EM un plan de acción a seguir, una reevaluación de resultados y una reformulación de objetivos, en el caso de ser necesario. Pero para que la planificación de objetivos resulte eficaz, aconsejamos tener en cuenta las siguientes cuestiones:

  • Como toda planificación, mejor en papel. Además de poder consultarlo cuando sea necesario, consolida el grado de compromiso.
  • Es importante que la persona con EM esté de acuerdo con los objetivos planteados y se sienta capaz de alcanzarlos, por lo que lo ideal es que el plan de acción se elabore en conjunto equipo-persona, en lugar de simplemente, entregarle al paciente un papel donde esté reflejado lo que tiene que hacer.
  • Como hemos señalado antes, la definición de objetivos debe ser un proceso dinámico. Es por ello importante que se revise cada cierto tiempo y que se introduzcan cuantos cambios sean necesarios.
  • La persona que va a realizar la AF tiene una personalidad y un entorno Es importante tenerlo en cuenta en este proceso, por la posible influencia que puedan ejercer. Por ejemplo, si la persona es muy sociable, tal vez lo ideal sea proponer una actividad física que incluya la interacción con otras personas, de este modo incrementaremos su nivel de motivación. Si se trata de una persona muy miedosa o aprensiva, también debe tenerse en cuenta.
  • Un aspecto muy importante a tener en cuenta es el locus de control (percepción de causalidad sobre las circunstancias de la vida de una persona, puede ser interno -si se considera que uno es el responsable- o externo – si se considera que la causa está en cuestiones ajenas a la propia persona-). De este modo, aconsejamos hacer especial mención a factores que sí dependen del paciente, de su ejecución y disciplina, frente a factores en los que la persona no tiene un margen de acción.
  • Si la persona con EM se va a iniciar en la AF usando la definición de objetivos, es mejor definir pocos objetivos y a corto plazo. En cambio, si la persona ya cuenta con una trayectoria en AF, recomendamos que se planteen objetivos a corto, medio y largo plazo.
  • Recomendamos definir lo mejor posible los objetivos y cómo alcanzarlos. Cuanto más concreto sea el plan de acción, más sencillo va a ser para la persona con EM cumplirlo.
  • Un buen plan de acción debe tener en cuenta las dificultades que la persona puede encontrarse, y cómo resolverlas. Por ejemplo, si nos planteamos que la persona salga a caminar tres veces por semana, sería positivo planear una alternativa adecuada a un día de lluvia.
  • En las reevaluaciones del plan de acción, y en el caso de que haya cuestiones que no se cumplan, analizar el motivo de ese no cumplimiento. Si se trata de un motivo objetivo, se debe reformular el plan de acción. Si el motivo no es una causa objetiva, plantear posibles soluciones para futuras ocasiones e incluirlas en el plan de acción. La idea es que las reevaluaciones cumplen una doble función: por un lado, disfrutar de lo alcanzado; por otro, aprender de los errores (que pueden estar relacionados con la planificación de objetivos como tal o con la ejecución de la persona).
  • Debemos transmitir a la persona con EM que los ajustes de la programación son un elemento más de la misma, no un problema que hay que solucionar, ni un signo de fracaso.

El éxito principal de la definición de objetivos, consiste en ser “un traje hecho a medida”. Cada persona debe tener el suyo, de modo que contemple sus necesidades, limitaciones y circunstancias. Como profesionales, debemos orientar a los pacientes para que esa planificación resulte realista y segura, al mismo tiempo que añade un reto, una meta que alcanzar.

Celia Ramos. Psicóloga