Dentro de las terapias físicas destinadas a estimular tanto el cuerpo como la mente (conocidas como mind-body therapies), el Tai-Chi está considerada como una de las que mayor aceptación tiene, tanto en población sana como en personas con diversas patologías.

Esta disciplina originaria de China, destaca por combinar la realización de movimientos que por un lado inducen mejoras en algunos de los componentes de la condición física (resistencia cardiovascular, fuerza y flexibilidad principalmente) y por otro contribuyen a incrementar la concienciación corporal, la respiración y la coordinación.

Varias investigaciones realizadas en poblaciones con características diversas indican que la práctica de Tai-Chi tiene efectos contrastados en algunos síntomas relacionados con la esclerosis múltiple (EM), tales como un incremento en la fuerza de la musculatura del tren inferior, una reducción en el riesgo de caídas, y mejoras en aspectos psicológicos como la depresión o la calidad de vida1.

Bajo esta idea, Zou et al2, llevaron a cabo una revisión sistemática sobre la evidencia científica al respecto de los potenciales beneficios que la práctica de Tai-Chi pudiese tener en personas con EM. En primera instancia, tras la lectura de los 10 estudios analizados en este trabajo, se puede concluir que el Tai-Chi conlleva mejoras en el equilibrio y en la calidad de vida, quedando por dilucidar si sus beneficios son extensibles a síntomas tan frecuentes como la fatiga percibida o las alteraciones en el patrón de la marcha. Sin embargo, hay que tener en cuenta que la calidad metodológica de estos estudios por lo general fue mediocre, y que la mayoría de los participantes eran personas con un EDSS inferior a 5. Este aspecto obliga a replantearse la posible generalización de los resultados presentados.

Existen otros dos trabajos de revisión recientemente publicados sobre esta temática, ambos condicionados por las características anteriormente mencionadas. Así, Xiang et al3 se centraron en los efectos del Tai-Chi en la fatiga percibida, concluyendo que su práctica es segura y además es tanto o más efectiva a la hora de contribuir a la mejora de este síntoma que otras terapias tradicionales.

En esta línea, Taylor et al4, indicaron que es esperable que la práctica de Tai-Chi conlleve mejoras en aspectos físicos y psicosociales en esta población. Es relevante el hecho de que los autores de este trabajo indican que la evidencia científica existente se refiere a la práctica de la modalidad de Tai-Chi conocida como “Estilo Yang”, una de las que gozan de mayor aceptación actualmente y que se basa en la realización de 10 movimientos básicos (para principiantes) que posteriormente evolucionan hasta completar una tabla de hasta 108 (para los más experimentados).

En definitiva, el animar a las personas con EM a que acudan a clases de Tai-Chi puede considerarse como un consejo profesional seguro y que probablemente repercutirá de manera positiva en su calidad de vida. Por el contrario, no parece una buena estrategia el asegurar a estas personas que el practicar Tai-Chi resultará en mejoras en síntomas importantes como la fatiga o las alteraciones de la marcha. Es esta una situación que debe ser resuelta por futuras investigaciones sobre esta temática.

REFERENCIAS

  1. Huston, P., & McFarlane, B. (2016). Health benefits of tai chi: What is the evidence? Canadian Family Physician, 62(11), 881-890.
  2. Zou, L., Wang, H., Xiao, Z., Fang, Q., Zhang, M., Li, T., … & Liu, Y. (2017). Tai chi for health benefits in patients with multiple sclerosis: A systematic review. PloS one, 12(2), e0170212.
  3. Xiang, Y., Lu, L., Chen, X., & Wen, Z. (2017). Does Tai Chi relieve fatigue? A systematic review and meta-analysis of randomized controlled trials. PloS one, 12(4), e0174872.
  4. Taylor, E., & Taylor-Piliae, R. E. (2017). The effects of Tai Chi on physical and psychosocial function among persons with multiple sclerosis: A systematic review. Complementary Therapies in Medicine, 31, 100-108.

Carlos Ayán Pérez. Doctor en CC. De la Actividad Física y el deporte.