Las pruebas de campo destinadas a valorar la condición física deben cumplir determinados criterios de fiabilidad y validez que sustenten su viabilidad y utilidad. En el caso de la Esclerosis Múltiple (EM), no abundan los estudios que hayan analizado estas propiedades en las distintas pruebas de campo que se emplean para valorar la condición física en los pacientes.

Sin embargo, si existen investigaciones que han puesto de manifiesto la factibilidad de ciertas pruebas en esta población.  Así, por ejemplo, para evaluar la eficiencia cardiorrespiratoria (comúnmente más conocida como capacidad o resistencia aeróbica), se suele proponer el test de los seis minutos, consistente en determinar la mayor distancia que una persona es capaz de recorrer durante ese tiempo caminando. Aunque esta es una prueba ampliamente empleada en personas con EM, en una reciente revisión al respecto, Valet et al. (1), sugirieron que este test valora no tanto la capacidad de soportar un esfuerzo, sino más bien la eficacia en el patrón de la marcha.

Por lo tanto, en la actualidad se entiende que el modo más fiable de valorar la eficiencia cardiorrespiratoria es mediante la realización de pruebas de laboratorio (2). De todos modos, el test de los seis minutos puede ser considerada una alternativa viable ya que se entiende que su resultado guarda relación con el nivel condicional del paciente (3). Finalmente, en lo que se refiere a personas con mayor grado de discapacidad, el cicloergómetro parece ser el tipo de prueba más aconsejable (4).

La debilidad muscular es uno de los síntomas más frecuentes en la EM, especialmente en lo que al tren inferior se refiere. Por lo general, el nivel de fuerza en esta población se suele valorar mediante el empleo de dinamómetros manuales y computerizados. El protocolo a seguir propone que los pacientes se sienten con la cadera flexionada 90º y la rodilla flexionada 60º al objeto de valorar el nivel de fuerza de la musculatura extensora de la rodilla. Para valorar el nivel de fuerza de la musculatura flexora, el paciente debe situarse tendido prono, con la cadera formando un ángulo de 180º y la rodilla de 60º. Se aconseja realizar tres contracciones de cinco segundos, con un descanso de también cinco segundos (4).

También parece interesante identificar el nivel de fuerza-resistencia muscular que los pacientes pudieran presentar. A este respecto, la realización de abdominales con rodillas flexionadas o de tríceps en silla o banco (contar el número de repeticiones que la persona pueda realizar hasta que la fatiga comienza a sentirse), pueden aportar información sobre esta dimensión de la condición física, si bien ambas pruebas son únicamente aconsejables en aquellas personas con un grado leve de afectación (5).

Finalmente, se puede proponer la prueba “5-repetition sit-to-stand test”, que consiste en levantarse de una silla sin apoyabrazos y con los brazos cruzados sobre el pecho, cinco veces, registrándose el tiempo que conlleva completar la acción. De acuerdo con Moller(6), un cambio de un 25% en el tiempo registrado se puede interpretar como una mejora en el nivel de fuerza-resistencia del paciente.

De cara a la valoración de la flexibilidad, la goniometría es el método más aconsejable, quizás la prueba de campo que mayor utilidad podría tener sería el “sit and reach” (7); si bien su empleo necesita de un cajón standard. Como alternativa se propone el “V sit and reach”, prueba en la que únicamente se necesita situar una regla entre los talones del evaluado (que se encuentran separados, con rodillas extendidas y piernas en abducción) para valorar la distancia que el paciente es capaz de marcar con sus manos por encima de la misma, mientras realiza una flexión de tronco.

Otras de las capacidades físicas que más se valoran en las personas con EM es el equilibrio, que por lo general es evaluado mediante pruebas de laboratorio con aparatos específicos, como las plataformas, los oscilómetros y similares. A la hora de emplear una prueba de campo, quizás se pudiese emplear el “Narrow Path Walking test”, en la que se debe recorrer un pasillo de 6 m de largo en el menor tiempo posible. La anchura del mismo se calcula a partir de sumar el 50% de la distancia entre las espinas ilíacas del evaluado con la anchura de su calzado. La prueba debe realizarse en distintas condiciones (combinada con tareas cognitivas, con o sin instrucciones, etc.) y se deben valorar los pasos recorridos y la velocidad de desplazamiento (8). Una prueba más sencilla y fácil de realizar puede ser el “Functional Reach test”, o la propia escala de Berg, previamente empleados en personas con EM para determinar su nivel de equilibrio (9).

Finalmente, si se quiere valorar la velocidad de desplazamiento se puede proponer el “Two Minute Walking test”, en el que se cronometra la distancia recorrida en dos minutos. Así mismo, también pudiera ser aconsejable emplear la prueba “Timed up and Go”, en la que el paciente se levanta de una silla, da la vuelta a un cono situado a 3 m de la misma y se vuelve a sentar. Esta prueba aúna equilibrio, fuerza y velocidad y se considera de gran utilidad para determinar el nivel de funcionalidad del paciente (10).

Bibliografía

  1. Valet, M., Lejeune, T., Hakizimana, J. C., & Stoquart, G. (2017). Quality of the tools used to assess aerobic capacity in people with multiple sclerosis. European Journal of Physical and Rehabilitation Medicine, 53(5), 759-774.
  2. Langeskov-Christensen, M., Heine, M., Kwakkel, G., & Dalgas, U. (2015). Aerobic capacity in persons with multiple sclerosis: a systematic review and meta-analysis. Sports Medicine, 45(6), 905-923.
  3. Sandroff, B. M., Pilutti, L. A., & Motl, R. W. (2015). Does the six-minute walk test measure walking performance or physical fitness in persons with multiple sclerosis?. NeuroRehabilitation, 37(1), 149-155.
  4. Pilutti, L. A., Sandroff, B. M., Klaren, R. E., Learmonth, Y. C., Platta, M. E., Hubbard, E. A., … & Motl, R. W. (2015). Physical fitness assessment across the disability spectrum in persons with multiple sclerosis: a comparison of testing modalities. Journal of Neurologic Physical Therapy, 39(4), 241-249.
  5. Pérez, C. A., Sánchez, V. M., Teixeira, F. D. S., & Fernández, J. D. P. (2007). Effects of a resistance training program in multiple sclerosis Spanish patients: a pilot study. Journal of Sport Rehabilitation, 16(2), 143-153.
  6. Møller, A. B., Bibby, B. M., Skjerbæk, A. G., Jensen, E., Sørensen, H., Stenager, E., & Dalgas, U. (2012). Validity and variability of the 5-repetition sit-to-stand test in patients with multiple sclerosis. Disability and Rehabilitation, 34(26), 2251-2258.
  7. Duff, W. R., Andrushko, J. W., Renshaw, D. W., Chilibeck, P. D., Farthing, J. P., Danielson, J., & Evans, C. D. (2018). Impact of Pilates exercise in multiple sclerosis: a randomized controlled trial. International Journal of MS Care, 20(2), 92-100.
  8. Rosenblum, U., & Melzer, I. (2017). Reliability and concurrent validity of the Narrow Path Walking Test in persons with Multiple Sclerosis. Journal of Neurologic Physical Therapy, 41(1), 43-51.
  9. Kalron, A., Rosenblum, U., Frid, L., & Achiron, A. (2017). Pilates exercise training vs. physical therapy for improving walking and balance in people with multiple sclerosis: a randomized controlled trial. Clinical Rehabilitation, 31(3), 319-328.
  10. Paul, L., Coote, S., Crosbie, J., Dixon, D., Hale, L., Holloway, E., … & White, L. (2014). Core outcome measures for exercise studies in people with multiple sclerosis: recommendations from a multidisciplinary consensus meeting. Multiple Sclerosis Journal, 20(12), 1641-1650.

Carlos Ayán Pérez. Doctor en CC. De la Actividad Física y el deporte.